Sácale jugo al conflicto
El conflicto es parte de la naturaleza humana. Individualmente, en pareja o en sociedad, siempre habrá desacuerdos porque somos seres llenos de deseos, en constante cambio. No importa si dos personas se aman locamente, tarde o temprano, el sujeto A querrá algo opuesto a lo que quiere el sujeto B, y cada uno hará lo posible por conseguir (aunque sea una parte de) lo que desea. Sin embargo, no todos los conflictos tienen que terminar en batalla campal. Bien llevados, pueden fortalecer a la pareja y hacerla crecer.
Quisiera compartir con ustedes los puntos que me parecieron más interesantes para aplicar en la vida diaria.
Enfréntalo a tiempo
Tragarse los problemas, hacer como que no pasa nada o usar los conflictos para manipular ciertas situaciones es una actitud poco redituable a la larga. Los problemas son como la mugre, aunque los metamos debajo del tapete no desaparecen, tienden a formar montañas con las que algún día vamos a tropezar. Así que, la primera gran recomendación es: no evites el conflicto, enfréntalo a tiempo para que no se convierta en una crisis mayor.
Un problema a la vez
Aunque seamos individuos complejos en medio de situaciones complejas, tenemos la capacidad de centrarnos en un solo problema para resolverlo. Por ello, cuando discutamos en pareja, es importante expresar nuestro desacuerdo pero sin desviarnos del tema. Si pretendemos resolver varios a la vez, corremos el riesgo de complicarlo más. En cambio, si nos concentramos en una sola situación, podremos evitar caer en generalizaciones y usar palabras como “siempre” y “nunca”, que resultan agresivas y dan a entender a la pareja que está haciendo “todo” mal en la relación.
Dialoga, no ataques
¿La mejor defensa es el ataque? Quizás en la guerra, pero no en el amor. Imaginemos que María hizo algo que no debía hacer y Juan se lo hace notar. Ella, en lugar de aceptarlo y ofrecer disculpas, toma alguna debilidad de Juan (casi siempre relacionado con el sexo o la familia) como argumento para justificar su mal comportamiento. Resultado: María no sólo está evadiendo su responsabilidad, también está hiriendo a su pareja. Una discusión constructiva, en cambio, no tiene como objetivo hacer perder al otro sino de ganar madurez en pareja.
Cada quien su parte
“Me choca que hagas esto, me molesta que no hagas lo otro…” De pronto, la sala donde discutían se convierte en un buró de atención a clientes lleno de reclamaciones. Contrariamente a lo que pensamos, no debemos asumir toda la responsabilidad y tratar de dar solución de manera individual. (Mi madre decía: “para quererse y para pelearse se necesitan dos”.) Es mejor tomarse unos segundos para ver qué parte le corresponde a cada quien. Para eso hay que saber escuchar y, sobre todo, ser empáticos. Podemos decir, genuinamente, “Entiendo que estés furioso, no es una situación fácil”. Con ello empezamos a liberar a nuestra pareja de un enojo que venía cargando, además de allanar el camino hacia la asignación de responsabilidades. Si uno asume con humildad la parte que le corresponde, es muy probable que el otro haga lo mismo.
No tiene caso discutir…
Hay discusiones que se pueden evitar, pues no traen ningún fortalecimiento a la pareja. En particular:
a) Todos hemos visto a la típica parejita que se la pasa discutiendo (larga, tediosa y dolorosamente) hasta por el vuelo de una mosca. En el mejor de los casos, se trata de una de esas parejas que demuestran su amor a través del conflicto. Sin embargo, según la experiencia (terapeutas de pareja), lo más probable es que una de las partes no tiene el valor de decirle al otro que ya no quiere continuar con la relación.
Hay cientos de pretextos para pelear y las relaciones pueden sostenerse así durante años. Sin embargo, es preferible ser honestos y hablar sin rodeos sobre las expectativas y deseos que tiene cada quien. Es una cuestión de respeto básico: hablar con la verdad y no hacer a los demás perder su tiempo.
b) ¿Quién no ha tenido un mal día? En vez de llegar a casa con la espada desenvainada y sacar la furia con aquellos que ni la deben ni la temen, es mejor hacer una llamada antes de salir del trabajo y avisar que estamos un poco susceptibles, irritables, de “mírame y no me toques”. Ese simple detalle nos puede evitar conflictos innecesarios, la pareja se mentalizará para no engancharse y nos dará el espacio o los cuidados necesarios.
¿Y tú, de qué forma conviertes al conflicto en una oportunidad para fortalecer tu vida en pareja?
Por: Luza Alvarado
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